domingo, 17 de agosto de 2008

El cedro azul

Mayo 2004
H: En el vivero tienen un árbol precioso, un cedro azul. Quedaría hermoso en el jardín y podemos decorarlo en Navidad.
M: ¿Cuánto?
H: Y… me hacen precio… $800.-
M: Olvidate.

Junio 2004
H: ¿Te acordás del cedro azul que te conté?
M: ¿Otra vez con lo mismo? Te dije que no… ¿Cómo vamos a gastar esa plata en un arbolito?
H: No es un arbolito ¡es un cedro azul! Bueno, me dijeron que me lo dejan a la mitad.
M: No, no y ¡NO!

Julio 2004
H: Vinieron del vivero, van a bajar unas cosas que compré.
M: Bueno… ¿Qué compraste?
H: Unas flores y dos arbustos para el fondo.
M: ¿Y eso tan grande…? ¿Qué es? ¿Un árbol?
H: Esteeee…
M: Pero si es… no, no puede ser…
H: Y sí… es el cedro azul. Al final me lo dejaron en $200 porque en la última tormenta un rayo lo partió al medio, pero va a crecer.
M: ¿Pagaste $200 por un árbol fallado? ¿Me estás cargando?

Hoy se me dio por mirar de cerca el cedro que cada año engalano con moños rojos y pequeñas bolas doradas. Creció, ahora es un señor árbol con piñas chiquititas en todas las ramas. No hay otro en todo el country, hermoso y elegante vestido de azul plateado.
Sólo que ya no forma parte de nuestro bello jardín. H lo transplantó a una maceta bastante grande a la espera del día de la mudanza. No dijo nada, simplemente lo hizo. No sé de qué me sorprendo si estaba cantado que no iba a dejar su cedrus atlantica abandonado a la buena de Dios.
No sé adónde irán a parar él y su cedro, pero de seguro estarán bien.