martes, 26 de mayo de 2009

El infierno a la vuelta de la esquina

Si la envidia fuera ácido, lo único que rescatarían de mí sería la hebilla del cinturón.

Se hacía tarde. Volví la remera del derecho y me la puse igual, contraviniendo la regla de oro que dice que “una prenda involuntariamente puesta del revés puede hacer del día más esplendoroso un infierno inimaginable”.

La lluvia basta por sí sola para acrecentar el mal humor, pero si el sodero clava los frenos en el charco más profundo de la avenida desatando un oleaje que te moja hasta la bombacha, entonces lo mejor es no perder la compostura, dar marcha atrás y meterse en la cama con la frazada hasta la nariz hasta que el sol se ponga y vuelva a asomar.
Pero no, fiel a mi carácter desafiante y audaz, con las mechas a lo Farrah Fawcet y el paraguas batallando ridículamente contra el viento, erguí la cabeza y seguí mi camino.
Complicaciones de todo tipo, desde la bombilla tapada hasta una discusión acalorada sobre la necesidad de vacaciones de emergencia. Mejor me hubiera quedado en el molde…
Ya oscurecía cuando hice mi entrada triunfal en el chino, arrastrando el carrito con actitud resignada, la cabeza gacha. Patitas de pollo, arroz con champignones y un vino que rompa el hechizo, todos los hechizos. Pero cuando estoy llegando a la caja… ¡el horror!
Se cortó la luz, alguien gritó y cerró las puertas. De pronto era como estar ciega en una trinchera en pleno bombardeo esperando que Rambo acuda al rescate,
golpes, gente corriendo entre las góndolas atestadas de lácteos vencidos y un griterío de los mil demonios. "¡Jia qiyou! ¡Wang ba daaaaaaan! @)·($)(/%$&” ¡Qiiiiiin Na! ¡Zhongguo jiayooooooooou! %&&/·)(¿”@"
¡Ay Diosito! Ahora sí que soy boleta, de ésta no salgo ni por obra y gracia del Espíritu Santo… ¡es la mafia china que vino a buscarme!
Pero entonces –gracias, Virgencita de las Nobles Intuiciones- el acto reflejo. Tanteé a mi derecha, tenía que estar ahí, lo había visto justo al pegar la curva. “Más arriba… ¿dónde? Esto no es, esto tampoco… ¡Acá está!”
Con los ojos abiertos como platos en medio de la oscuridad, empuñé el voluminoso pinche para asado sin molestarme en quitar el cartoncito de publicidad y esperé en silencio, en la otra mano la cartera que haría las veces de escudo. Ahora sí, que vengan si son guapos.
No era cosa de terminar mis días violada y despeinada por una horda de chinos indocumentados con olor a chaw-fan. Antes me ensarto yo misma, de pié sobre los cadáveres de mis enemigos, repartiendo estocadas hasta el último aliento como el finado duque
de Nevers.
Pero súbitamente cesaron los gritos y se hizo la luz. Y allí estaba yo, con la cara desencajada y el pelo ensortijado, armada con un pinche de asado de 50 centímetros de largo delante de una pila de arvejas enlatadas. Dos señoras de edad me miraban espantadas, no era para menos…
Con toda la dignidad que fui capaz de ostentar, coloqué el pinche en su lugar, me subí el cierre de la campera y tosí delicadamente mientras caminaba con parsimonia hacia la caja, arreglándome el pelo al pasar delante de la china de la fiambrería.
En fin… aquí no ha pasado nada. Pero sí pasó, pasó que unos rateros de ocasión quisieron hacer la gran criolla y los chinos opusieron resistencia convirtiendo el supermercado en un campamento del Vietcong, sin importarles el llanto de los niños y el susto de muerte de las ancianas que, en la vorágine, por poco se orinan las medias.
Ni siquiera se molestaron en calmar a la concurrencia, simplemente continuaron su actividad como si tal cosa, ajustando compulsivamente las cámaras de seguridad y exigiendo el cambio en monedas.
Abandoné el carrito con un mohín de disgusto y reemplacé las patitas de pollo y el arroz por un buen whisky, de esos que dejan la garganta como una lija en carne viva. Y adiós, nonino.
Un día para enterrar, y todo por una remera puesta del revés…

2 comentarios:

♋ Mariposa dijo...

Me mata como contas las historias jaja
menta menta, que una remera o un gato que se cruza no hacen la suerte mujer!!! una va negativa por las calles y lo que sale mal, nos hace sentir peor, pensalo ;)
besitossssssssss

Menta Ligera dijo...

Con remera o sin remera, asi salga desnuda a la calle, soy un iman de atraer complicaciones. Tendria que escribir una novela sobre los chinos, tengo data para rato..