jueves, 14 de mayo de 2009

Madre ¿e hija?

-No me acuerdo la marca pero el paquete es naranja…
-¿Gato adulto o cachorro?
-Gata adulta.
-¿Sedentaria o activa?
-Hiperactiva.
-¿Tiene más o menos de 10 años?
-¡No sé! ¿Tenés o no tenés el alimento?
-¿Tiene sensibilidad digestiva?
-Grrrrrrr…
-Bueno, acá tenés éste para la belleza del pelaje, también hay alimento especial para gatos con sobrepeso y ahora salió esta línea nueva…
-Te la hago corta: cualquiera con gusto a pescado.
-Pero estos no son saborizados…
-¡El de la bolsa naranja con forma de pescaditos!
-Ah… ¡el común!


Ya está… con eso de “¡el común!” me hizo sentir la peor de las madres,
como si no me importara el buen comer de mi gatita que vive ajena a la crisis y deambula por la casa maullando desconsolada porque no le gusta el alimento suplente que me vendió la boba de la veterinaria.
Todavía me remuerde la conciencia por haberla desarraigado de su hábitat campestre donde era tan pero tan feliz, sólo por eso estoy dispuesta a revolver cielo y tierra hasta dar con los porotitos de pescado que tanto le gustan.
Ella lo agradece, claro que sí. Está contenta desde que pasamos más tiempo juntas, salta a mis brazos apenas me ve, refriega el hocico contra mis mejillas y se enreda como un repollito a los pies de la cama cuando me voy a dormir, como una bolsa de agua caliente con pelos.
Por lo menos me acompaña en el sentimiento, hasta es probable que entienda más de lo que aparenta, a veces me mira como si supiera, como si pudiera consolarme. Porque no es fácil
aceptar lo que viene con la actitud sumisa del que intenta no herir, hay que atajar la bronca antes de que salga disparada como un corcho de sidra y esperar, contar hasta diez, hasta cincuenta si es necesario, pensar las palabras pues una vez dichas no es posible borrarlas. Hay que domar a la fiera, como decía mamá. Por mí lo decía, qué barbaridad… No sé qué diría ahora si me viera, es evidente que no estoy a la altura de sus aspiraciones aunque las madres suelen perdonarlo todo y eso es lo que las hace tan especiales.
Catalina juega con los cordones de mis zapatillas, ronronea y eso quiere decir que está feliz. En su universo gatuno yo debo ser para ella algo así como “mamá”.
Por Dios… no sé qué me pasa, por qué toda esta angustia y estas ganas de llorar ¡si no es más que un gato!
Pero es más, mucho más, es el símbolo de lo que una vez soñé y no pudo ser… A veces no sé cómo enfrentar mi propio destino y, cuando me miro en sus ojos, ella espera algo de mí. Ojalá alguna vez alguien me necesitara tan desesperadamente como para obligarme a sacar fuerzas de donde no hay y estar siempre de pie, para sentir que no estoy haciendo todo mal, para saber que vale la pena.


2 comentarios:

♋ Mariposa dijo...

Hay mi niña que te dejo abandonada... serà la crisis global menta que nos afecta?...
gracias por pasarte ayer, ya rodaban los yuyos por el blog, pero unas tantas veces siento que es como escribirle al viento mi estùpida realidad... en vez de gritar en mi casa tan tan fuerte y que vengan los vecinos con las mordazas para llevarme al moyano, je,
fuerzas, tenè fuerzas, yo se que se van, que se desgastan, pero buscalas, el destino: Dios dirà... no te enfoques en saber del mañana, disfruta como sea hoy, a veces me parece que tenès que pensar menos...aunque no escribia te pasaba a leer todos los dias, una se siente pachucha a veces por el frìo, los pensamientos tontos atascados en el mismo lugar, comete un rico chocolate con menta un tazòn de cafè, enterrà la nariz en esos ricos aromas y vivì...
te quiero, nos hablamos, besitos...

Menta Ligera dijo...

Nunca es escribirle al viento, si te sirve hay que hacerlo, para mi es el sustituto ideal de la terapia.
Ojo con lo tuyo, tene cuidado, mira atras que hay mucho garca dando vueltas, es muy serio lo que te digo.
Se que estas siempre, yo tambien aunque no deje huellas... Y si, voy a hacer eso del chocolate, buena idea! Besote