domingo, 3 de mayo de 2009

Tristementa



Hoy es uno de esos días en que no logro despegar.
De nada sirven las compresas heladas que guardo celosamente para los casos de vida o muerte, parezco Frankenstein con los párpados recién cosidos y lo peor es que no me importa.
Demasiadas cosas dejaron de importar… Es como si una parte de mí se hubiera apagado y ya no pudiera resucitarla.
A veces “escribir” es un intento para desahogar la pena, pero si publicara todas las barbaridades que escribo de seguro vendrían los hombres de blanco a ponerme el chaleco.
Arrastro el cansancio de la no-respuesta, semanas golpeándome la frente contra una realidad que no es la mía, estoy harta de armar y desarmar el rompecabezas, ya no quiero más.
Es inútil negarlo, una parte de mí se quedó con él… la parte feliz.

2 comentarios:

Luciano dijo...

La parte feliz es como el hígado, se regenera asombrosamente.
O por ahí como la cola de la lagartija.

Menta Ligera dijo...

Si, eso dicen.. Lo gracioso es que soy muy buena regenerando la "parte feliz" de los demas. Con la mia no hay caso.
Besos, gracias por estar.