lunes, 1 de junio de 2009

Una mujer en apuros

Obsesivo-Peligroso anida en la obra en construcción que está al lado de mi casa. No me mira sólo a mí, las mira a t-o-d-a-s, pero a mí me mira con especial dedicación.
Si la casualidad lo interpone literalmente en mi camino, se corre al un lado para dejarme pasar, no tanto por caballerosidad sino para obtener una mejor vista panorámica de mi otra cara que evidentemente lo trastorna. ¡Puajjjjjj! ¡Recontra puajjjjjjj!
Me dice “cosas” todo el tiempo, debo admitir que a veces es bastante original aunque no por ello menos desagradable. Despide un olor raro, mezcla de cemento, sudor y humo de asado, y probablemente no se baña desde hace semanas.
Es algo así como el sereno, eso creo. Antes me daba lástima, lo observaba por las noches desde el balcón, cuando se sentaba frente al fogón hasta entrada la madrugada y luego se iba a dormir al improvisado tinglado que hacía las veces de vivienda y obrador. Como único mobiliario disponía de una mesa de plástico, un par de sillas
desvencijadas y una radio a pilas.
Hasta que empezó a mirarme con esa actitud de perro en celo, ahí se acabó la lástima y mi rango de tolerancia descendió varios grados bajo cero.
A veces hace señas que no entiendo y preferiría no ver. Dice que me adora, que por mí lo dejaría todo –yo me pregunto qué puede significar eso realmente- y asegura que no dirá una palabra cuando me vea acompañada “para no crearme problemas”.
Todavía no llegó al extremo de perseguirme pero en dos ocasiones se acercó peligrosamente –lo descubrí por el olor- mientras luchaba con la llave de la entrada. Me pone nerviosa, a veces tengo miedo, imagino las cosas espantosas que podría hacerme si el destino nos cruzara una noche, ni un alma merodeando la cuadra y la obra desolada completamente a oscuras, húmeda y silenciosa. El escenario ideal para sus más obscenos propósitos.
Es irritante que me condicione, me niego a salir porque él está ahí, siempre está ahí, hasta su perro lleno de pulgas me inspira un horror inexplicable. Su presencia me acorrala entre mi casa y el mundo exterior, siento que estudia mis movimientos, sabe si voy, si vengo o si fui, es una sombra malévola que tortura mi privacidad.
Ahora, por ejemplo, cuando se me hace agua la boca imaginando un esponjoso strudel para acompañar el té de la tarde, me aterra salir y encontrarlo. Es seguro que allí estará y si no está, prevalece la amenaza de que no tardará en volver.

3 comentarios:

♋ Mariposa dijo...

Que asco por dios!!!! Menta!!! que làstima??? al coso ese??? todo escracho con forma de hombre en estas condiciones no tiene còdigos!
mezcla de olor raro: cemento sudor y humo de asado jajaja que ocurrente
y que tiene que guardar como secreto si estas acompañada o no? que le importa??? sali a la calle, no seas boba, te leyò que sos dèbil!!! mostrale que tenès un leòn guardado adentro y que lo vas a partir en dos a arañasos!!!
hay esta menta!!! nunca pero nunca sientas làstima de alguien en la calle ( consejo de amiga) nunca!!! tenga la edad que tengan, poseen còdigos que nunca vos los entenderìas por que no son los tuyos...
no querès que te acompañe y lo cago a trompadas!!!
te quiero sabes, no des bola...

Luciano dijo...

Si, ojo, no muestres debilidad.

Menta Ligera dijo...

Mariposa,
Un dia te voy a llevar a pasear por mi barrio, hay personajes para todos los gustos.
Como siempre, hago despliegue de todas las precauciones, nunca se sabe con esta gente..

Luciano,
No, debilidad jamas! Aunque salir de casa con una ballesta en la mochila no es lo mio.