miércoles, 27 de abril de 2011

La Llama Violeta

-Estoy en contacto con una importante revelación espiritual.

¿Otra vez…? ¿Pero será posible? ¡Estoy meada por un búfalo!

Pensé que se había muerto de tanto ayuno y abstinencia pero está igualita aunque más huesuda. Viste unas babuchas turquesa que parecen manchadas de lavandina y zapatillas de muchos colores. Se niega al maquillaje, ni siquiera un poquito para disimular las ojeras. Esta chica no come… ¿cómo se explica, si no, los brazos tan delgados a punto de quebrarse?

Se me queda mirando con sonrisa boba. ¡Odio esa cara de felicidad! Como si en su pequeño universo ovovegetariano no existieran la inflación, los paros de subte ni Gran Hermano. Parece mentira… Hay gente que está más allá del bien y del mal, pero ésta ya ni los distingue.

-Llega tarde tu revelación… Sai Baba ya debe estar requetefrío.
-¡No hables así! Estoy conectada con mi ser interior.
-…
-Hice estas galletas de batata y lino… ¿querés probar?
-Hum… paso.
-¿Venís hoy a la clase del maestro Jatadeva?
-Imposible. Tengo concierto de pandereta.

¡Y encima me pregunta “dónde”! Así quedan después de tanta meditación trascendental, les lavan el cerebro y les meten ideas raras, esta pobre chica apenas recuerda su nombre pues lo ha reemplazado por uno más “espiritual”. Ahora insiste en que la llamen Sarasvati y está convencida de una extraña reencarnación. Me pregunto de qué vive, qué la sostiene aparte de la madre Tierra, cuáles son sus compañías, si alimenta algún proyecto además de bailar esas danzas alienadas, sin sentido ni técnica, y retorcerse en posturas indecorosas.

-Menta, te voy a enseñar a meditar…
-¿En qué idioma?
-…con la Llama Violeta.
-¡¡¿Con quién?!!
-Cierra los ojos y entra al Templo del Corazón, donde reside tu Célula Divina…

Y ahí nomás, en plena avenida, me agarró la cabeza entre sus manos y cayó en trance. Empezó a cantar -o más bien balbucear- letanías ininteligibles y yo quería soltarme y escapar pero entonces me sostenía más fuerte y seguía recitando empecinada. “Le pego una patada en los tobillos y me voy corriendo”, pensé. Pero no pude, soy incapaz de cualquier violencia física, además está tan flaca la pobre que seguro la quiebro y me paso la noche en una guardia de hospital. De modo que me quedé muy quieta esperando que terminara la perorata y cada tanto emitía un tímido “Ommmm”, como para colaborar. Cuando al fin me soltó, su cara irradiaba tal felicidad que me dio miedo. “Está poseída por el demonio de la flor de loto y no sabe lo que hace…”

-Ya estás purificada por la llama transmutadora.
-La llama que llama…
-La Llama Violeta.
-Bueno, gracias.
-Hacelo todos los días para liberar el cuerpo y la mente.
-Lo que vos digas... Y ahora me voy que se me quema el asado.

Le di un beso muy sonoro y huí a la carrera, antes de que se le ocurriera “limpiarme” como el Mano Santa. Pero debo admitir que, desde que me baño en la Llama Violeta, me siento mejor, mucho mejor. Algo habrá de cierto en todo esto, después de todo.

Pienso en violeta.
Siento en violeta.
El mundo es violeta.
Mi blog es violeta.

2 comentarios:

Luciano dijo...

Como les gusta sentirse santos e imponer.
Llama violeta es que no anda bien el quemador :)
Sentite bien! Es una orden.

Menta Ligera dijo...

Coincido! Y como yo de santa no tengo mas que el nombre, no me llevo bien con estos personajes.
Acato su orden jajaja!! Me siento bien!