viernes, 14 de septiembre de 2007

Cuestión de limpieza

“Ni el tiempo ni la distancia son elementos suficientes para separar a las personas…”
Eso dijo y me quedó grabado a fuego. Y ahora quiero que se le grabe igual. Porque es exactamente así. Más cuando Sra. Tecnología está de nuestro lado y nos hace sentir tan cerca.
Las separaciones, aunque cortas, siempre traen aparejadas todo tipo de complicaciones. Porque a uno le cambia el humor, la rutina, las ganas de hacer y deshacer… Ya tenía planeado aprovechar la ausencia para poner patas para arriba el bulín que, por más lujo y confort que me quieran vender, era una auténtica roña. Me tenía mal eso. No me dejaba conciliar el sueño. Uno que yo sé diría “Mentita, estás toc…” Y sí. Por eso pasé revista a los escasos artículos de limpieza que encontré, a saber: una escoba que ya no barre, diez centímetros cúbicos de mi debilidad “Cif multiuso”, una franela con pelotitas como la ropa vieja, trapos varios… y pará de contar. Todo tan precario… De modo que tomando al toro por las astas, hice una lista mental de las cosas por comprar e ideé paso por paso una estrategia de limpieza exhaustiva.
Pero vaya si la vida da sorpresas…
Después de reclamar sin éxito por “una mucama que venga aunque sea una vez por semana” y escuchar todo tipo de excusas poco convincentes, cansada de matar las hormiguitas que corrían detrás de las migas de un alfajor que nadie se molestó en recoger y viendo la bañadera revestirse de una sospechosa película de mugre y sarro, tomé la decisión.

-Está bien, lo voy a limpiar yo. No te preocupes. Esto va a brillar.
-Yo te ayudo. Limpiamos juntos…
-Si pensás ayudar, sí. Si vas a estorbar, olvidate.

Era ya un desafío personal. Pero cuando creí que
todo estaba listo, conversado y planeado y ya estaba haciendo acopio de limpia-inodoros, lavandina y desodorizantes concentrados… “Contraté una mucama. Viene mañana. ¡Por fin vamos a tener el departamento limpio!” Glup… Manifesté una alegría que no siento, por darle el gusto nomás. Porque me había ilusionado con hacerlo yo. Ahora iba a venir una desconocida a limpiar “por donde mira la suegra”, una mercenaria que no pondría ningún afecto en la labor ni haría brillar los pisos como yo. Guaaaaa!!!! ¡¿Por qué me hiciste esto?!
Porque a fin de cuentas todos tenemos un cable a tierra, algo que adoramos hacer, que nos pone bien, nos libera del stress y la mala onda. Para algunos será pasear el perro, cortar la manzana con Sofovich, resolver algoritmos, revolear panqueques, jugar al dominó o bailar en el caño… Lo mío es ¡la limpieza! Y lo sabés. Esta vez no puedo perdonarte. Es más serio de lo que creés.
He dicho.

4 comentarios:

Luciano dijo...

A mi me calma limpiar el banio, me cuesta arrancar, es cierto, pero una vez entrado en calor no paro hasta el patio.
Eso de "si vas a estorbar, tomatelas" lo dicen toooooooodas las mujeres.

Il Capo dijo...

En serio lo decis?, lo que ocurre en realidad es que tenemos tan poco tiempo que pense que era lo mejor.......
PERDON NO FUE MI INTENCION....

Menta Ligera dijo...

Luciano,
Cuanto entusiasmo!! Me encantan los hombres que saben empuñar el plumero.

Il Capo
Digamos que sufri una gran decepcion, pero ya paso. No se que haras para conformarme.

Anónimo dijo...

Lo unico que faltaba era que te hiciera limpiar.