domingo, 9 de septiembre de 2007

De autos

Las cosas más importantes de mi vida las he resuelto adentro de un auto. Negocios, penas, salud, amor...
No es cuestión de tiempo ni lugar. Es tan simple como suena, así de natural y en absoluto premeditado.
Porque no importa cuántas cosas pueda compartir con alguien una hermosa tarde calurosa pre-primaveral, ni cuántas veces hagamos el amor, ni si comimos para el campeonato y nos contamos cosas graciosas y todo es tan maravillosamente armonioso... La sensación de necesidad, de tener que decir y hacer algo, de no poder posponerlo más... me agarra adentro del auto, aún cuando me hayan sobrado oportunidades y momentos y no sólo esa tarde, muchas tardes... No puedo evitarlo. Es así.
Es el momento obligado de reflexión donde todo gira en mi cabeza y guarrrrda si me bajo del auto sin resolverlo. No way. Vuelvo a subir, tomo coraje y lo digo. O hago. O lo que sea. Pero no puedo irme con el "que hubiera pasado si..."
Ni hablar si el auto desborda de música, esa música que me encanta y me llega al alma y me hace llorar. Las cosas se desencadenan más rápido y me siento vulnerable y un poco triste. Pero la tristeza es pasajera. No hay motivos para llorar si por fin encontré ese pedacito de felicidad que añoré durante tanto tiempo. Y ahora que lo tengo no quiero dejarlo escapar. Lo entendí adentro del auto. Y lo dije. Ya era hora.
Y estoy feliz de haberlo hecho. Aunque nunca más pueda pisar esa vereda sin recordar el momento, la música, vos y tus palabras. Y el auto, claro.
Pero para ser feliz no necesito autos importados, ni viajes costosos, ni mansiones espectaculares, ni fiestas de cumpleaños con 180 invitados para presentar en sociedad a la nueva novia del millonario del country de enfrente. Yo sé bien lo que necesito. Y creo que lo encontré.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy estoy a full leyendote. Doy fe: las cosas importantes siempre se te dan en los autos. Pero la vez que te peleaste con cotur adentro del mercedes podrias haberte acordado que llovia a cantaros y esperar a que te dejara en la puerta de tu casa en lugar de bajarte en medio de la nada y venir a tocar el timbre llorando y empapada. Esta vez por lo menos que sea sin lluvia.

Menta Ligera dijo...

¿Si llueve igual puedo tocar el timbre? Ay Maga, que seria mi vida sin vos...