miércoles, 17 de octubre de 2007

Estado de coma

Tengo un día cruzado. Hace tiempo no me sentía así y ni yo me soporto.
Pensar que me ilusioné con vivir una vida distinta, empezar de nuevo sabiendo que no es fácil pero dispuesta a intentarlo… y todo quedó en la nada. Otra vez estoy en punto muerto. Y de la vorágine a esta calma chicha que no conduce a nada.
Dicen que el ejercicio físico libera tensiones, de modo que opté por ir al gimnasio todos los días. Pero si sigo así, dentro de poco tendré los brazos de Rubén Peuchele y un cansancio que acabará con todas mis fantasías. No sirve. Así no se arreglan las cosas.
Me siento sola y sin ganas.
Mamá decía que en estos casos no hay nada mejor que la terapia del agua. El agua calma, relaja, energiza… El agua es vida. Así que me puse a baldear el patio y la cosa venía de maravillas hasta que me enrosqué sin querer con la manguera, tropecé y caí de culo estrepitosamente, y allí quedé sentada sobre mis penas, llorando. De bronca lloré. De bronca y de impotencia y de lástima por mí misma.
Se ve que hasta doña Menstruación me tiene lástima y viene a visitarme. ¡Cartón lleno!
Y todo ayuda a fomentar mi mal humor.
Ni siquiera él puede conmigo. Él, que siempre me mima, me hace reír, me cambia el humor… esta vez no entiende qué me pasa y yo no sé explicarle.

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