martes, 18 de noviembre de 2008

Multiuso

H: Fijate que atrás hay dos mangueras. La más grande va al desagüe, la otra se conecta a la canilla de agua fría… friiiiiiiiia, no calieeeeeeente. ¿Entendiste?
Yo: Psé… ¿Y cuál es el desagüe?
H: Dejá, lo hago yo.

Los hombres son todos iguales. Se creen que una es tarúpida que no puede conectar la manguerita al desagüe. Más de uno no sabe ni ponerla y hay que enseñarle y una le tiene paciencia porque quizá está nervioso o ansioso y en el apuro ha perdido el rumbo… Una entiende y calla y nunca pero nunca le reprocha la falta de orientación.
En cambio los hombres se creen los reyes del universo, especialmente cuando de plomería se trata, como si fuera para ellos una habilidad innata destapar cañerías, una tarea propia de su género donde las mujeres no están llamadas siquiera a opinar.
Volviendo al tema… por "desagüe" entiendo el agujero ese que asoma en la pared en el lugar privilegiado donde “todo el mundo” ubicaría el lavarropas. A dónde conduce el agujerito no tengo la menor idea, pero seguro ha de ser ese el famoso desagüe.

Yo: ¿Cómo trabo la manguera?
H: No hace falta, metela todo lo que puedas y listo.
Yo: ¿Y si se sale?
H: No se va a salir.

Lo dijo con ese tonito de superioridad que saca lo peor de mí y encima resopló aburrido, como si mi ignorancia lo agotara. “Ya vas a ver cuando se te peguen los fideos y vengas a pedir consejo... De mí, ni el consuelo vas a tener.”

H: Ahora tenés que conectar la entrada de agua.
Yo: …
H: ¿Ya está? Acordate de sacar el pico de la canilla.
Yo: ¿Qué pico?

Ahora me doy cuenta que no sirven de nada los títulos universitarios ni los profesorados de
Danzas Clásicas ni haber cantado Berlioz sobre las tablas del Colón… ¡si no puedo conectar el lavarropas a una canilla de mierrrrrda! ¡La rep(@#&·$/&”·/&%!”·$ que lo re mil parió!
No sé para qué me meto en estos bretes. Saqué el pico, conecté la manguera, la enrosqué lo más fuerte que pude pero, cuando abrí la canilla, la desgraciada se soltó y entró a dar coletazos como una cobra furiosa. La cocina presa de la catástrofe y mi maltrecha humanidad chorreando en medio del desastre mientras intentaba contener la inundación, todo en cuestión de segundos.

H: ¡Te dije que la ajustaras bien!
Yo: La ajusté bien pero se soltó… ¡guaaaaaa!


Soy una ingrata al pensar que puedo sola con todo. ¡No puedo! ¡No puedo! Necesito un HOMBRE que solucione todos mis problemas, que conecte el lavarropas, que tome tereré con los pintores, que cambie las pilas del control remoto, que me conceda todos los caprichitos y me mande a dormir con muchos, muuuuuchos orgasmos.
Pero los hombres están fallados, ninguno cumple TODOS los requisitos, ni siquiera Mr. Músculo que bien podría ponerse a fregar en vez de andar por ahí con esas calzas brillosas pregonando las bondades de la limpieza a gatillo.
¡Puajjjj! Todos cortados por la misma tijera…

3 comentarios:

Javier dijo...

jajajajaja!
No puedo más que daret la razón. Sería muy hipocríta contradecirte.
Pero debés saber que lo hacemos por que nos nace, no es intencionado lo nuestro.
Pero si, es una característica junto con la de intentar arreglar los electrodomésticos que luego quedan desarmados para siempre.
Abrazos nuevamente.
Javier.--

Menta Ligera dijo...

Y si... Lo de los electrodomesticos es peor. A mi viejo, por ej, cuando desarma algo siempre le sobra una pieza. Es tan peligroso que cuando se rompe la plancha, la escondemos y vamos corriendo a comprar una nueva, por si acaso...
Bienvenido a mi mundo!! (porque aca si soy dueña, señora y autora)

Luciano dijo...

Y pero si después decís que necesitás un hombre se nos confunde el cerebro. O la sabés conectar o no, necesitás un hombre o no...
Ahora, para ser sinceros, se supone que losotro tenemos cierta disposición natural a estas cosas, pero la presión es mucha a veces. No sé si no es mejor para las mujeres que, "como no saben", pueden aprender. Pero como uno "ya sabe" entonces no puede fallar.
El sexo es otra cosa, es dificil concentrarse con una mujer desnuda adelante, eh.