lunes, 10 de noviembre de 2008

SuperMint

-Mirá, te la hago corta. Este el precio que consigo en MercadoFree, mismo modelo, misma garantía, mismos resortitos, con el pillow del orto y un almohadón de regalo. Haceme el mismo precio y te lo compro a vos.
-Hum, no sé…
-Lo seño ya mismo.
-Te puedo hacer un quince… Y eso da…
-Y quiero dos almohadas duritas para que no me duela la cabeza cuando me levanto a la mañana y ese puf tan monono que tenés ahí… ¿Viene con pespuntes?
-Sí… (suspiro) Está bien, pero lo pagás de contado ¿no?
-Así es. Me encanta hacer negocios con vos.


El vendedor no quedó muy convencido, perdió toda su verborragia exasperante, se le achataron
los rulos de pura desilusión porque por esta vez, como auténtica leonina y haciendo gala de mis subidas ínfulas de mandamás, lo puse entre la espada y la pared apuntándole a la nariz con los folletos de las “grandes marcas”, amenazando con divulgar por el barrio las ofertas que devastarán su precario comercio cuando las seguidoras de Lita de Lazari lo señalen con el dedo como “¡el ladrón de colchones!”.
Me gusta amedrentar a los que se aprovechan de la buena fe de la gente, es como una necesidad esa cosa de defender las causas perdidas, convertirme en paladín de la justicia sin más recompensa que la de haber cantado las cuarenta a quien bien se lo merece.
En estas circunstancias sería muy peligroso gozar de superpoderes, como la vista infrarroja o el oído biónico, o quizá el lazo de la Mujer Maravilla que obligaba a la víctima a soltar la lengua… Eso me gustaría, me resultaría particularmente útil, inclusive podría alquilarlo y es seguro que me lo quitarían de las manos.
“Super Menta” o mejor… “Supermint”.
Podría escupir un vientito mentolado congelante de efecto inmediato y tendría una espada con una esmeralda “del tamaño de una avellana” en la empuñadura, una espada que ayudaría a la transformación, como He-Man, y que además lance rayos desmemorizadores.
¿Y el atuendo? No había pensado en eso… Claro que las heroínas son siempre muy sexies, un cuerpo escultural, altura envidiable, el cabello flotando constantemente como si un ventilador les soplara la nuca… Todo eso quiero y lolas muuuuy grandes, unas piernas larguísimas y la nariz perfecta que la naturaleza me negó.
Ah… quién pudiera ser superhéroe una vez en la vida, sólo para probar el gustito y saber si vale la pena.
Y si está bueno… ¿me puedo quedar con el vientito mentolado?


4 comentarios:

Aureliano Buendía dijo...

Que miedo me das ¡¡¡¡
Supermenta ¡¡¡ Que peligrooo.

A mi de vez en cuando también me gustaría ser superheroe,,, como decimos aca...hay mucho hijo de puta suelto por el mundo...

Lo que más me gustaría sería volar.

Besos.


P.S: espero que hayas recuperado tú caja de pandora y que todo vaya bien.

Menta Ligera dijo...

Si, tenganme muuuucho miedo, no se de lo que soy capaz cuando se me suelta la cadena...
La caja de los misterios deberia llegar mañana, la espero desesperadamente.

Luciano dijo...

Si salís a pedirme descuento cuando compro yo que nunca pido...vení como quieras, pero vení!

Menta Ligera dijo...

Luciano,
Me pongo las botas de Xuxa con espuelas lanzallamas y la capa para hacerse invisible. Al menos si hacemos el ridiculo, podremos huir sin que nadie lo note.