viernes, 24 de julio de 2009

Dime con quién sueñas...

Necesito un gurú de los sueños, alguien capaz de interpretar mi locura y desmadejarla hasta la más minuciosa comprensión.
Las imágenes no se han borrado del todo aunque pierden nitidez con el paso de las horas. Hay sueños casi indelebles, algo distorsionados después de darlos vuelta del derecho y del revés en busca de un sentido más o menos racional.
El último fue un sueño original con elementos repetidos. Muy vívido, muy real. Esto es más o menos lo que recuerdo:

Una casa que no-es-mi-casa. Camino por un pasillo de la planta alta, hay puertas entreabiertas a los costados pero no les presto atención. Entro en el dormitorio del fondo. Es media tarde, el viento arremolina las cortinas, el cielo se ve opaco como el plomo.
Desde el balcón observo un jardín descuidado donde corretea una docena de patos. Algunos tienen corbata. Los graznidos ensordecen el aire.
Cierro la ventana y miro la hora. Un auto destartalado se detiene al otro lado de la calle. Mujeres y niños van bajando uno tras otro, algunos entran en la casa y no me resulta extraño, los esperaba, aunque no sé quiénes son.

Aquí experimento un “blanco” total, quizá desperté y volví a dormir. Luego la escena cambia radicalmente.

Tengo una criatura en brazos. Es una niña. No se parece mucho a mí pero que es mi hija. Tiene un ojo azul y otro negro, este último un poco más grande, las pestañas son larguísimas y se curvan con elegancia. Me mira y sonríe desbordante de alegría. No tendrá más de dos meses y ya sabe dar
besos.
Mamá entra en la habitación para llevarse a la niña pero me rehúso, es mía.
Estoy otra vez en el pasillo de aquella casa. Mi perro revolotea con ánimo juguetón y mamá le acaricia la cabeza. Pero, cuando retira la mano, veo una araña abriéndose paso entre el espeso pelaje. Intento quitársela y entonces la araña crece, multiplica asombrosamente su tamaño.
Retrocedo espantada. La niña continúa riendo y me mira con su ojo negro cada vez más grande, mamá no es mamá, está extrañamente desfigurada, y la araña adquiere el aspecto de un pequeño monstruo de carey con patas mecánicas.

Eso es todo. Me sorprende la facilidad con que puedo evocar los detalles, dudo mucho que las imágenes se borren del todo y eso es lo más preocupante.
En fin… Si alguien pudiera echar algo de luz sobre este atolladero, de seguro dormiría más tranquila.

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