viernes, 9 de noviembre de 2007

Noche de estreno


¡Estoy más nerviosa que si fuera a saludar al Papa!
Será porque el ritmo ternario del Lux Aeterna me desestabiliza y no puedo sostener la melodía más allá de los primeros diez compases y ya nos han dicho por enésima vez que no habrá ensayo previo al concierto, apenas una prueba de sala de cinco minutos y al maestro S le hervirá la cabeza si no está todo suficientemente aceitado.
La obra es bien bonita y sencilla, aunque con algún que otro pasaje algo entreverado que tarde o temprano terminará sonando como corresponde. Dicen que el director encontró la partitura manuscrita revolviendo en una polvorienta biblioteca de Roma, y la transcribió especialmente para nosotros. Así que el compromiso es por partida doble porque estamos de estreno. Sí, señor ¡la auténtica avant premiere!
Como no tengo tiempo de volver a casa para producirme, acarreé todos mis petates hasta la oficina y aquí estoy disponiendo con extremo cuidado, sobre la tapa del inodoro, toda la artillería pesada… léase base de maquillaje, delineadores varios, sombras, labiales, humectantes, correctores, un gel efecto seda que te deja la piel de bebé, laca fijadora antibrillo y la planchita para el pelo. Tengo para media hora por lo menos con esta lamparita del orrrrrto que no alumbra un joraca. Hoy desearía ser Moria Casán sólo para adueñarme de un camarín privado con esos enormes espejos orlados de luces potentes.
Estoy nerviosa… Me tiemblan las manos y se me corre el rimmel.
Intento repasar mentalmente la fuguita del Hosanna pero se me hace como un borrón, una especie de amnesia de la que espero recuperarme antes de que alguien más lo note.

H: ¿Y? ¿Te falta mucho?
M: ¡Ya termino!
H: Mirá que no llegamos…
M: Ufa… ¡Ya voooooy!

Y ahora… ¡lo que faltaba! Se me corrió la media ¡y la re p… que lo parió! ¿A quién se le ocurre ponerse medias con este calor de locos? Pero no hay nada que hacer… El uniforme del coro (que es negro de la cabeza a los pies) incluye medias también negras para completar el cuadro con esa onda tétrico-elegante medio vampiresca que remata en un escandaloso chal de lamé plateado. No sé quién fue el cráneo que diseñó semejante modelito, pero hizo falta mucha imaginación para darle al atuendo ese toque de gracia que me haga ver, si no “sexy”, por lo menos “femenina”. A regañadientes opté por esas medias con silicona que llegan hasta la mitad de la pierna porque ni en pedo me pongo la medibacha. ¿Portaligas…? No, no amerita. Lo dejo para otra ocasión.
Con tanto make-up me siento el clon de Cristina K. Pero como dice “la señora de los almuerzos”, para salir a escena hay que maquillarse bien porque las luces te comen la cara ¡y parecés un cadáver!
Al fin partimos rumbo al lugar de los hechos. Tal parece que el Alplax que tomé hace media hora comienza a hacer efecto. Espero no dormirme en mitad de la función y, si así fuera, patéenme la cabeza antes del Agnus Dei.

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