jueves, 15 de noviembre de 2007

So many reasons to sleep alone

No es agradable despertarse a las cuatro de la mañana con un violento codazo en la nariz. Todavía aturdida, incrédula, escuchás las disculpas del caso y sabés que el autor, semidormido pero conciente del atropello, prefiere hacerse el sota por no asumir la responsabilidad de los hechos.

H: Amor… ¡Perdoname! ¿Te pegué?
M: Pero ¿sos boludo? ¡Me rompiste la cara!
H: Uy, fue sin querer… Estaba soñando.
M: ¡Me pegaste!
H: Bueno... Sana, sana, chuick… Dormite.
M: )”(/$·/&(·/·&Q/”&Q(/”&)·!

Por un rato largo no podés conciliar el sueño. Mirás una y otra vez la hora en el radio-reloj. Son casi las 6 y te queda una hora y media de gracia para arrancar la rutina de todos los días.
Pensar que ayer te perdiste tu programa favorito porque el golpeador tenía que ver el partido en vivo y en directo. Y vos, generosa, te metiste en la cama con Henry James y su “Retrato de una dama” intentando concentrarte por sobre la avalancha de comentarios que no logran ponerle ritmo al 0 a 0. Al final, cuando se te cierran los ojos de aburrimiento, termina el partido y pensás que podés manotear el control remoto pero ¡no! Tu maridín esta sobreexcitado (es increíble cómo el futbol enardece los ánimos) y sediento de acción. Te hacés la hoy-no-tengo-ganas pero él no se da por aludido. No hay excusa que valga. Cedés. Es mecánico, no estás ni para fingir emociones. Y cuando llega la calma “Te quiero mucho, amor”, “Yo también...” él se da cuenta de que lo atormenta un hambre feroz y te pide que bajes a buscarle… ¡dulce de leche! Refunfuñando vas a cumplir la misión sólo para evitar que sus injustos reproches te impidan dormir. “Mirá si estuviera embarazada y tuvieras que salir de madrugada a comprar espárragos al roquefort…”
Y entonces recordás las bondades de tu single life, cuando eras dueña absoluta del king size y de la tele, cuando no había reglas ni horarios y eras tan egocéntrica… Y en especial añorás aquellas noches de sexo desenfrenado con “El Amante”, ese que manejaba veloz desde Olivos a San Telmo sólo para coger y se iba a dormir a su casa sin mirar partidos de fútbol ni pedir que le traigas dulce de leche a las dos de la mañana porque está antojado.
Qué tiempos aquéllos que no volverán… ¿O sí?

1 comentario:

Luciano dijo...

PEro si fué sin querer y estaba dormido! Ni pedir disculpas sirve.
Me ha pasado, claro, pero mas de una vez me he levantado con la cara cruzada por un rasguño.